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Cada persona debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama a quien da con alegría.

2 Corintios 9:7

Este pasaje nos enseña la importancia de dar con generosidad y con un espíritu alegre, en lugar de sentirnos obligados o tristes al dar. Es un recordatorio de que la actitud con la que damos es igual de importante que el acto de dar en sí. Al dar con alegría, demostramos generosidad, amor y gratitud, y honramos el principio de dar como una forma de compartir y bendecir a los demás. Dios se complace en aquellos que dan con un corazón alegre y generoso, mostrando así su amor y devoción hacia los demás.